Ana María Torrijos
El mundo al revés
Huracán, tifón, ciclón, tornado, siendo
distintos por los requisitos necesarios, por el lugar donde se producen o por
los efectos a su paso, tienen una constante, un remolino de viento que avanza
rápidamente, levanta polvareda y ciega.
Este efecto se sufre en el ámbito
institucional, en nuestro vivir diario. Fuerzas organizadas, dirigidas y
aplicadas intencionadamente provocan un aturdimiento tal que desvía el interés
del ciudadano. Los comicios en la Comunidad de Madrid es la excusa disponible
para tejer un entramado destinado a señalar a la oposición “ enemiga de la
democracia “. De ahí se deduce que los únicos partidos que se ajustan a las
pautas del Estado de Derecho, que cumplen con la libertad son el PSOE y sus
aliados, comunistas, nacionalistas e incluso Bildu. Los alaridos, no hay otro
vocablo mejor para denominarlos, han sido tantos y tan deprimentes, que impiden
un ritmo adecuado en todo el panorama político. La incultura que reina en los “
agarrados “ a la política es estremecedora, resultado del bajo nivel académico
y de la falta de exigencia por parte de los ciudadanos. Con este panorama poco
podemos sacar en claro. Para ajustarnos a sus criterios, nunca la derecha
debería gobernar y cuando hay posibilidades, se lanzan a crear bulos, a empezar
la carrera de la manipulación y de engrasar los medios de comunicación afines.
Basta con recordar las imágenes del Bulldog, el uso intencionado del atentado
del 11M con el cerco a las sedes del PP, los calificativos de fascistas, hasta
de sociedad criminal y el colofón, los ataques a la monarquía.
Un panorama muy turbio si realmente
queremos que la libertad y la ley rijan nuestro presente. Hay que reaccionar e
interiorizar, al margen de demagogias, que necesitamos partidos políticos
serios, respetuosos con la nación y que por encima de sus intereses partidistas
esté el marco legal, la convivencia y los derechos individuales.
Los devastadores agentes atmosféricos
antes mencionados pueden ser peores o menos agresivos a su paso que los
prontos, las bravuconadas y la desolación ante el dinero de los contribuyentes
sustraído por vividores y delincuentes. El Poder judicial, el que queda fuera
del control político, debe asumir su rol y hacer uso de los medios que la
Constitución le pone a su disposición para acelerar el curso de las denuncias y
dar a conocer lo más rápido posible la sentencia de culpa o de inocencia del
encausado.
Una ola de fascismo nos acecha, nos quiere quitar la libertad vaticina Pablo
Iglesias, el que es comunista, forrado de dinero, cobijado en una casa impropia
de su discurso populista. Un sectario que desde su salto a la política no se le
conoce otro discurso más que el agravio a los líderes de la oposición, el
alentar los escraches, el desaprobar las decisiones judiciales, el criticar a
los medios informativos que no le apoyan y hasta enmendar al Jefe del Estado.
Las instituciones y muchos organismos
oficiales están siendo fagocitados por el gobierno en el poder, un deterioro
del sistema democrático a todas luces y sin dimisión alguna por parte de los
responsables políticos.
Comunicados del señor Sánchez vacíos,
alejados de los datos oficiales tanto de los índices del Covid como del paro
por retorcerlos o no tenerlos en cuenta, un presidente de pies de barro, un
presidente que luce de serlo para las fotos, viajes asiduos y encuentros
esporádicos con la prensa pero con preguntas contadas o sin respuesta. Un
presidente ausente frente a los graves problemas que sufre el país, con un
equipo de ministros numeroso pero con menor coeficiente intelectual, un
presidente que lleva a la practica un plan de control de los órganos que están
para equilibrar la acción y mantener las parcelas de libertad. El boletín del
Estado, el Consejo de ética, la Fiscalía, Correos, el Tribunal Constitucional,
televisiones públicas, muestras electorales y otras más instituciones han sido
engullidas por el voraz equipo gubernamental como catapulta a la desmembración
de España.
Podríamos colocar en primera línea de la
posible debacle varios responsables, pero no nos equivocaríamos si denunciamos
el caudillaje del Nacionalismo. Causa de muchos de los desastres
que vivió Europa en el siglo XX. Un posicionamiento sectario, racista,
insolidario y devastador de la convivencia y de los derechos ciudadanos,
activado por una élite que se opone a la evolución natural de la conciencia.
Élite incapaz de aceptar la homologación de las personas ante el avance del
concepto de solidaridad, de justicia y de libertad, para conseguir el más alto
escalafón social con el simple pasaporte de la valía personal, del esfuerzo y
con el apoyo evidente de la ley redactada en una democracia parlamentaria
liberal.
El ambiente turbio empezará a permitir
la aparición de los rayos de luz con el cambio de la ley electoral que facilita
la presencia de ese sentimiento pernicioso, enemigo del concepto de ciudadanía
y que impone una machacona sentencia de unos mejores que otros por
el simple hecho del apellido, de la lengua o del poder adquisitivo.
Autora
Ana María Torrijos
Informa El Rincón de Góngora
Publicado en Cataluña Suma Por España
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