Valores por Ana Torrijos con El Rincón de Góngora
El Rincón de Góngora
Ana Torrijos
"La sociedad ya no
tiende a la cohesión, a la fuerza moral que mantiene unida las partes. El
empeño de algunos aprendices de gobernantes está en inocular sentimientos de
enemistad, hacer ver al colega como un rival que hay que destruir. Sus mensajes
de propaganda están camuflados entre oropeles falsos de solidaridad con un
único fin, convertir a la ciudadanía en autómatas, hacerla dependiente de sus
planes, acallarla en espera del maná, alimento milagroso sacado de los
impuestos".
El Rincón de Góngora se pregunta: ¿Y esto sólo ocurre entre los gobernantes, Ana? Podría ser, y mejor dentro del amor a la Humanidad y el ser bueno que nace como tal según varias filosofías de la educación; el ser humano por sí sólo fuera el producto de la destrucción entre nosotros mismos.
O podría ser que hemos confiado tanto, pues presumiblemente nuestras capacidades no nos alcanzan..., en el hacer de estos gobernantes; y se ha dado por válida la destrucción y asimilamos que el otro siempre destruye.
O podría ser, que todos los valores se han perdido, como tu bien dices, Ana, y lo normal es encontrar "el fallo" del otro y destacarlo, o hacernos creer con ricas palabras que somos positivos y la destrucción está en el otro...
Aquellas mentes no priviligiadas tejiendo historias chabacanas por detrás, hacen creer a los pocos que existen sensatos y coherentes, y entran en esa misma tesitura sin apenas percibirlo. Es una cuestión difícil de descifrar dichas "redes destructivas", pero no de salir de esa nube negra que se forma y avanza entre ellos. Al fin y al cabo, recibirás lo que envias, pues esa es la inteligencia divina, la sabiduría poderosa que todo lo puede y lo ve. ¿Besos de Judas, existen muchos?
Siempre se ha de confiar en que los Monumentos se hacen a los criticados y no a los que critican; con lo cual cuanto "más" hayan mejor, más se valorará el trabajo realizado, pues de él se puede decir, bien o mal se puede hablar.
¿Y de qué se puede hablar de un simplón? No os asustéis de los que hablan mal de vosotros, debéis avanzar y no caer en la tentación. Dar siempre mensajes con vuestra opinión, no dudar aun se quiera hacer ver lo contrario de lo que sois. El Universo sabio lo devuelve todo.
AMÉN
Para que el
ritmo de la Historia nos ofrezca mejoras sociales, el hombre en el campo
personal, ha tenido que liderar una vanguardia de conquistas ante las
circunstancias que le rodeaban, muchas veces adversas. Pero él solo no hubiera
podido conseguirlo, si no hubiera tenido a la sociedad dispuesta a recoger lo
que él aportaba. Generación tras generación se ha ido transmitiendo ese enorme
bagaje de ideas, convicciones y principios éticos. No puede fallar ningún
eslabón de esa cadena. El testigo debe ser entregado para que continue la
singladura hacia el progreso.
Al día de hoy notamos
un desencaje en infinidad de aspectos que van desde las relaciones personales
hasta las que hay entre los ciudadanos y las instituciones. Un desencaje entre
amigos, familiares y compañeros de profesión que dificulta la vida social en
todos sus aspectos. Las causas arrancan de la intromisión de la acción política
en la esfera privada, mediatizando los deseos, las aspiraciones, hasta los
enojos y las fobias. A esos invasores les falta tiempo para dictar a bombo y
platillo que reneguemos de nuestros padres y abuelos por haber estado en éste u
otro bando del ideario colectivo, nos intentan imponer cómo debemos educar a
nuestras hijos para ajustarnos a la ideología feminista, diseñada con fines
marcadamente ideológicos, y con sus fatuos discursos rompen las reglas gramaticales
de la lengua con la pretensión dominante de someternos, aunque para alcanzar
ese fin aniquilemos uno de los idiomas más importantes del mundo. Muchos son
los puyazos que dan en todas direcciones y rezuman una aversión a todo lo que
les recuerde nuestro devenir histórico; en algunos momentos son las
tradiciones, las costumbres, las creencias, en otros son los personajes que
jalonan el pasado trazando una línea divisoria entre los a batir y los que
reciben su aprobación, su aplauso sectario.
La sociedad ya no
tiende a la cohesión, a la fuerza moral que mantiene unida las partes. El
empeño de algunos aprendices de gobernantes está en inocular sentimientos de
enemistad, hacer ver al colega como un rival que hay que destruir. Sus mensajes
de propaganda están camuflados entre oropeles falsos de solidaridad con un
único fin, convertir a la ciudadanía en autómatas, hacerla dependiente de sus
planes, acallarla en espera del maná, alimento milagroso sacado de los
impuestos.
Los enemigos a arrasar
son indistintamente, los empresarios, la religión católica, el hombre en cuanto
se supone machista, la derecha receptora de todos los peores calificativos y
todo aquello que pueda contradecir sus postulados totalitarios.
Estamos sobrepasando
las pautas que marca el modelo de sociedad que hemos asumido desde que se votó
la Constitución. No se respeta la ley y en algunos casos ni existe, no se
valoran los hechos ni las personas con los mismos baremos, no se rechazan los
delitos con idéntica intensidad según sea el autor de ellos. Las calles
repletas de manteros, de delincuentes mafiosos provocan inseguridad y mientras
tanto con reclamos teledirigidos se alienta a salir y a ocupar las vías
públicas para leer unos comunicados netamente adornados de reclamos comunistas.
Entre ellos, en la última algarabía, resaltaba el ataque al sistema económico
capitalista, y cabe preguntarse qué sería del nivel de desarrollo si ese modelo
no existiese en la sociedad y dónde estaría la clase media, que es la
mayoritaria, si el libre mercado y el incentivo no se hubiera plasmado en los
paises occidentales.
La defensa de la
igualdad de todos los ciudadanos, el camino hacia la justicia social incluye al
hombre y a la mujer, no enfrentar a unas contra otros. Somos iguales en
derechos pero diferentes y la mujer tiene algo que no posee el hombre, que es
la maternidad. Hay que buscar entre todos las fórmulas mejores, las que ayuden
a compaginar ese don con el trabajo. Recuerdo que, muchos años atrás, en el
distrito de San Andrés de la ciudad de Barcelona, había asentada la fábrica de
hilaturas Fabra y Coats. Éste centro industrial, con un número importante de
obreros, mujeres y hombres, tenía en su planteamiento organizativo la
existencia de una guardería, casa cuna, para atender a los niños de los trabajadores,
permitiendo a las mujeres conjugar perfectamente la vida familiar y la laboral.
Soluciones hay muchas y
ya tenemos leyes que consideran ilegal cualquier discriminación en el trabajo,
cumplirlas es importante. Ahora hay que idear alternativas para hacer más
viable esa equiparación, pero nunca a costa de suprimir la libertad y la opción
que tomen los individuos. No es buen procedimiento las cuotas, la imposición de
uno u otro por su sexo, pues el baremo que ha de primar es la valía de la
persona.
Si todo lo dicho merece
ser reflexionado, ha de ocupar un espacio preferente lo que se aspire para la
juventud, la actual y la venidera. Son pocos los altavoces que transmiten el
aliciente de encontrar lo que se quiere ser y hacer para realizarse, en un puesto
laboral adecuado, ajustado a la capacidad, aptitud y esfuerzo. La conquista de
la enseñanza básica generalizada estaba destinada a facilitar el ascenso social
y los horizontes que primen en cada joven. El tiempo ha de dedicarse a ese fin,
no hacerles salir de las aulas o de los centros de trabajo para gritar con
desenfreno al son de lo que se le ocurra al doctrinario de turno.
Se han de recuperar los
valores que son imprescindibles para una sociedad dispuesta a avanzar en
justicia social, en bienestar, y en convivencia. La responsabilidad, el afán,
el sacrificio y la satisfacción de haber actuado en beneficio de todos, deben
estar ahí. La propuesta política que alentase esta aspiración sería merecedora
de nuestro voto.
Ana Torrijos
Escritora en Espanya i Catalans
Publicado en Las Voces del Pueblo:
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